Tras su triunfo a nivel nacional, Diego Lung cumplirá el sueño de viajar a China y representar al Perú en la final mundial del Concurso de Puente Chino.
«Yo lloré porque mi mamá lloró», confiesa entre risas Diego Lung, nuestro estudiante de 3° de Secundaria. Ya han pasado casi dos meses, pero para este momento de lectura, nos referimos a la tarde del sábado 15 de junio, cuando en el auditorio del centro cultural Ccori Wasi de la Universidad Ricardo Palma, se escuchó su nombre como ganador del concurso nacional de Puente Chino.
«Sinceramente sentía que tenía chances de ganar», asegura nuestro estudiante. Ese presentimiento lo confirmó cuando formaron a todos los participantes para revelar los resultados y notó que no era el mismo orden de presentación. Diego ya estaba emocionado por dentro. «Sabía que había ganado, pero recién cuando mencionaron mi nombre es que sentí el alivio», cuenta. En los asientos del auditorio, su mamá, su hermana, su abuela y su tía abuela, celebraban el resultado.
De los nueve participantes en la competencia, Diego fue el séptimo en presentarse. Sobre el escenario, el primer reto fue en el aspecto oral. Durante dos minutos y medio, y haciendo gala del idioma chino mandarin aprendido, tuvo que presentarse ante el público, comentar sobre su día a día y exponer por qué le gustaría ir a China.
«Mencioné en primer lugar que era descendiente chino y que su cultura siempre me pareció interesante, ya que en mi familia hay muchas costumbres chinas que se viven casi a diario en casa. Además, quería conocer más sobre mi pasado; siempre que mi abuelo hablaba de China, mencionaba que era un lugar bonito, me hablaba de sus familiares a los cuales yo no conocía. Quizás yendo a China sería la manera ideal de poder conectar con esa parte de mi familia», revela.
La segunda parte puso a prueba su dominio de la cultura desde el plano intelectual. Nuestro estudiante tuvo que estudiar un balotario de treinta preguntas en el que se agruparon diez sobre conocimiento del idioma, otras diez de cultura y las últimas diez sobre actualidad.
Para estos primeros dos retos, la preparación de Diego empezó en marzo, cuando apenas iniciaban las clases en el colegio. «En sí, todos los profesores del área de chino brindaron su granito de arena. Incluso mi hermana, Alexandra, me ayudó con el balotario de preguntas y mi familia con unos detalles para la presentación final que quería preparar», recuerda.
El momento cumbre llegó minutos después, cuando volvió a salir en séptimo lugar para demostrar su habilidad artística: una rutina de wushu en tres minutos. Diego lleva una década en esta disciplina, la practica desde los cuatro años, pero para un evento tan especial como este, eligió una rutina que aprendió seis años atrás.
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En 2018, el profesor Benjamín Gutiérrez invitó al colegio a un maestro chino para entrenar a nuestros alumnos. «Fue un entrenamiento intenso de dos semanas, de lunes a domingo», recuerda Diego. Un año más tarde, nuestro estudiante la retomó y, al ser personalizada, le fue agregando y quitando elementos.
El concepto de esta rutina va de la mano con el Hou Gun, que significa palo de mono. En la rama tradicional del Taolu, que son los movimientos coreográficos que codifican las técnicas de ataque y defensa en el wushu, hay una zona que es imitativa. En este caso, Diego buscaba imitar al mono y sus características. «Normalmente la rutina de imitar al mono es bastante expresiva, no es tan seria como la de imitar a un tigre, esta es un poco más caricaturesca, se podría decir», explica nuestro campeón.
Con el tiempo, la fue perfeccionando con cada presentación. La primera fue en un torneo en 2019, cuando aún cursaba el cuarto grado de primaria. Se llevó el primer puesto. El año pasado, en el cierre de la Semana de la Cultura China 2023, la presentó por primera vez en un evento institucional de Juan XXIII.
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«Yo creo que mi rutina no fue diez puntos. Aunque los demás no lo sepan, creo que pude haberlo hecho mejor en ciertos detalles, pero no creo tampoco que lo haya hecho mal», confiesa Diego semanas después del triunfo. A pesar de la alegría, el resultado no le quita el foco.
Tras diez años de práctica, siente que, dentro de su desorden, el wushu le dio orden. «Te enseña a ser bastante disciplinado y responsable. Además, a los demás integrantes los considero como una familia. Todos nos tratamos así, cuando hay que apoyar a alguien siempre estamos ahí, ayudando a los más chiquitos o al profesor cuando lo necesita. Es una familia muy bonita», comenta.
Cada uno de ellos fue una pieza clave para esta victoria que lo llevará directamente a Kunming, conocida como la “Ciudad de la primavera” en la que se desarrollará la final internacional del Puente Chino. «Estoy bastante orgulloso del trabajo previo que hice. Tengo que seguir preparándome porque ahora son más preguntas y tengo que ponerle más texto a mi presentación oral. Tengo que tomarlo con mucha responsabilidad si quiero dejar en alto el nombre del país», comenta.
Sin embargo, Diego no olvida que este viaje también lo disfrutará, pues está cumpliendo un sueño personal. «Siento que llegando a China ya gané, es un sueño que siempre tuve con mi familia. Mi papá, antes que falleciera, pudo ir cuando era joven y es una experiencia que yo dije: “algún día quisiera ir”. Pero no pensé que sería tan pronto», confiesa. Es hora de cumplir ese sueño.