A lo largo de los años, Matías Cotillo aprendió que para ser considerado líder en el equipo, no se trata solo del talento, también comprende el saber comunicar, apoyar y aceptar los errores cometidos.
En sus inicios, como parte de la categoría Infantil, Matías Cotillo veía en jugadores como Benny Liu a figuras del vóley que podría imitar. Empezó a los siete años, cuando cursaba el 3° de Primaria, y bajo las indicaciones del profesor Jack Cano comenzó a desarrollar su autoestima y seguridad en el juego como armador.
Años después, se convirtió en uno de los principales referentes del equipo Medianos, liderados por el profesor Bruno Stucchi, con los que conquistó recientemente el título del torneo ADECORE ante La Salle. Durante aquella mañana del sábado 5 de mayo, Matías fue líder en el juego y en lo anímico. «Tenemos compañeros en su primer año en la categoría y con esos nervios normales. Yo, desde mi lado, trato de alentarlos en la cancha, que sepan que los errores hay que dejarlos atrás», dice.
Esa concentración y tranquilidad fue clave para sacar adelante una final que, tras un primer set perfecto, se complicó en el segundo acto. Con Diego Rodríguez como apoyo en el ataque y las buenas recepciones de Michael Scally, Juan XXIII remontó un marcador adverso de 11-21 y conquistaron el campeonato.
Con los años, Matías y Diego han fortalecido su química en la cancha; se entienden en ataque, en defensa, y compartieron alegrías y tristezas. «En una final de la categoría Infantiles ante Salesiano, a Diego y a mí nos tocó salir de la cancha por rotación. Éramos los más experimentados y en ese momento que estuvimos fuera nos voltearon el partido y perdimos», recuerda Matías. «Mi papá, por su trabajo como marino mercante, se iba por algunos meses y quería regalarle esa medalla de oro. Me frustré bastante», agrega.
Sin embargo, con el tiempo entendió que en el deporte las victorias y derrotas son de todos; que en ocasiones uno puede sentirse culpable, pero que nunca hay que dejar de intentar. «Desarrollé mucho el jugar en equipo y entendí que no todo lo puede hacer uno solo. Aún me cuesta aceptar mis errores, pero lo he estado desarrollando en estos últimos años», cuenta.
A poco de llegar a su último año de Secundaria, nuestro estudiante tiene claro su objetivo antes de graduarse: ganar un ADECORE con la Mayores y cerrar su etapa deportiva con una olimpiada, siendo él quien porte la bandera olímpica. Para ello, Matías no le huye a su imagen de referente. De hecho, es su motor. «Me encanta sentir esa responsabilidad. Sé que mi padre se alegra cuando escucha que otros papás me ven como un referente y ejemplo. Y eso me enorgullece a mi también».